martes, 1 de marzo de 2011

Fínale

"Todos los ángeles terminan en el cielo"...Su última frase, el último suspiro. Se quedó a su lado, bañado en silencio. Desfile de emociones infinitas, sentimientos vagos, distantes del alma. En que pensar, como seguir. Sabe la vida de alegrías, sabe de tiempos. Da y recibí la sangre de los humanos, danzando sobre sus pasos, cada minuto cada segundo sabe de nosotros. Y cuáles son sus porque, porque el amor, porque el destino, porque la muerte. y, ¿porque ahora, porque a ella?.

Dejo de lado su capital, se fue lejos del más allá. Tomo la melancolía como banda sonora, tomo su instrumento con algo de rabia. Su viaje y tal vez el ultimo, hacia el principio de toda su historia. Es extraño el darse cuenta que no existen medicinas, no quedan religiones ni palabras para llenar los vacíos de cada adiós. El duelo no es con la muerte, el duelo no es con el recuerdo. El duelo es con el olvido. y no hay peor muerte que la del olvido. Mantuvo su promeso como en aquella quincena, y la recordó cada segundo de su travesía, para guardarla por siempre en su alma.

Ese día fue perfecto. Las olas susurraban el canto de aquel mar que supo guardar sus secretos. Las huellas estaban ahí, intactas. Se respiraba el aire a rosas. Se acercó hacia la costa, tomo su envoltorio y dejo libre las cenizas de su amor, su verdadero amor, volar como siempre vivieron. Libres junto al viento. La última lágrima se fue con ella, la última sonrisa.

Hoy como el, no entiendo su adiós. Hoy como el, no quiero sus adiós. Pero acá estamos los dos, con su recuerdo ineludible. Riendo, soñando, creciendo. Aprendiendo a ser y seguir. y aun puedo jurar que eran tal para cual...

¿Quién podría negar que fueran tal para cual? (cuento)

Deslizaba el grueso de sus dedos sobre el filo de las cuerdas de su vieja guitarra. Acariciaba finamente cada acorde, dejando escapar las notas exactas de la melodía fantástica que su  alma compuso para ese momento, para ella. Centraba la mirada en el borde de sus ojos y sonreía levemente con cada frase que su canción regalaba. La noche fue su lienzo perfecto, las estrellas, la luz de luna iluminando el perfil exacto de su bella dama, su princesa. Se hacía grande de ilusiones, se sentía el aroma del más fiel amor en el ambiente.

Ella ahí estaba, sentada en la misma silla, bebiendo los sorbos de su usual daiquiri, siempre de frutilla, con poco hielo y algo de azúcar. Mirando directo a él, sin perderse un solo segundo, enamorada, hechizada. ¿Quién podría negar que fueran tal para cual? 

Jugaron un tiempo, se besaron a escondidas y se fugaron. Soñaron con lo eterno, se juraron no mentirse jamás y no olvidarse. Se marcaron el corazón con las manos y durmieron en el atardecer. ¿Quién podría decir que el aire no sabía a rosas?.

El tiempo escribe y tal vez sin pensar, sobre cada destino algo en particular. Un momento, un instante. O una eternidad. Escribe y lo plasma en el lugar exacto, donde debe suceder, donde puede pasar. y los arrincono a ellos dos, en la lejanía del mar, dos amantes perdidos se pudieron encontrar. ¿Quién podría pensar algún otro final?

Pasaron los días, las horas, los segundos. 15 días no eran suficientes para tanta pasión, ¿dónde quedaran los secretos que solo la arena puede contar?, en sus huellas, en el mar.

Y así se despidieron, uno de capital y otra de más allá; y su amor se fue con ellos. Su piel les serviría de mapa para encontrar el punto exacto donde estallo su pasión, donde se recorrieron y se bañaron en lo cierto de cada uno de sus sentimientos. Su guitarra una canción, su vientre una ilusión. Una ilusión en silencio, que nació de aquel amor, que el tiempo escribió sin pensar, solo para ellos dos y esa noche perfecta. ¿Quién podría negar que fueran tal para cual?...