lunes, 16 de septiembre de 2013

Un instante borroso



Ayer volví a sonreír por amor, aunque solo duro un segundo, un instante borroso. Fue una mujer, tal vez de cabello rubio y ojos azules, o pudo haber sido también morocha de ojos color miel, no lo se con exactitud. Yo le decía cuanto la había extrañado, por un viaje del cual regresaba; ¿O fue tal vez por un reencuentro pasado el tiempo?, no lo recuerdo, fue solo un segundo, un instante borroso. Aunque en mi mente quedo el trazo de su sonrisa, quedo la sensación de calor que nos da el eco de nuestro sentimiento, esa que nos abraza al sentirnos queridos, al sabernos amados. Si pudiera explicar cuanto extraño esa sensación, creo que ya no seria humano. Y es que no existe palabra o gesto en nuestro vocabulario para describir el dolor de esta soledad. Solo duro un segundo y fue interrumpido por el angustioso vibrar y sonar de la mañana, otro día comienza, con la rutina servida. Otra vez yo estoy ahí para pasarlo, como todos los demás. ¿Cuánto mas queda de todo si es tan parecido a la nada?, no lo se con exactitud, todo parece un instante borroso. O tal vez sea yo que entrecierro los ojos para tratar de no ver con claridad el resto de mi vida. El resto, lo que falta, lo que queda. Mi vida…la que siento perdida, la que hoy esta vacía.  No siempre fue tan triste el presente, tanto menos lo fue el pasado, si supe encontrar el paraíso que tanto añoramos los mortales. Un lugar que es todos los lugares a la vez, donde la risa es la melodía que despierta al sol y recuesta a la luna, donde todo brilla por su propia voluntad de ser, de estar. El palacio de los ángeles, seres divinos bañados en una luz que ilumina hasta la parte más obscura, que encienden el fuego del alma congelada y la devuelven al sueño, al anhelo mas profundo. Pudo conocerlo, supe vivirlo. Pero aun creo que no supe disfrutarlo, menos aun, protegerlo. Es increíble el pensar que cada una de estas palabras nacen por el simple hecho de que no estas. ¿Cómo puede una sola persona definir mi existencia?, como pudo un solo error dañarla tanto. No lo se con exactitud. Y los porque resuenan y estallan en mi cabeza destrozándola, aunque tengan su respuesta, ellos no cesan. ¿Cómo podrían hacerlo?, si a esta soledad no le importa entender los porque, no le sirve la enseñanza del error. A este vacío no lo llenan los ángeles que se quedaron, ni los momentos que vendrán. Y aun me sigo preguntando, ¿cuánto mas queda de todo si es tan parecido a la nada?
Prometí no trazar otra letra si esta llevaba tu nombre, y bueno, otra promesa que rompí sumada a mi colección. Es que si así lo hiciera, si desde este momento me plantaría firme ante mi decisión, no existirían más poemas, ni canciones. No quedarían siquiera palabras por decir. El silencio absorbería todo, y de un golpe lo volvería nada por completo. El tiempo tal vez así lo quiera, aunque, como dije, no lo se con exactitud.
Ayer volví a sonreír por amor, aunque solo fue en un sueño. Fue una mujer, seguramente intentando ser tu recuerdo, o tal vez no fue otra cosa que un instante borroso… 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Algo que decir

Yo tengo algo que decir. No te estoy esperando. No pienso dedicar el resto de mi vida atado a un sentimiento que destroza mis días con tanta fuerza que todo lo vuelve negro. No voy a dedicar cada segundo de cada suspiro a la nefasta tarea de desgarrar mi alma hasta la última palabra, para dártela en un poema, y así tal vez pretender que vuelvas. No voy a buscar desesperado la manera correcta de pedir perdón. No voy a exiliarme en un silencio con forma de puñal, que cada día se entierre profundo en un espíritu malgastado por errores, por culpas hasta agotar cada letra de mis poemas y dedicarlos solo a tu nombre, a tu aura. Yo lo digo, no estoy esperando ningún acto divino, ningún imposible. No intento estafar al tiempo y discutir su paso para desafiarlo a volver sobre él, y que empecemos donde reíamos. No voy a dañar nunca más la hermosa presencia de tu libertad. No voy a tratar de convencerte que no habrá amor como el que tengo para vos, no quiero recordarte que mi corazón aun esta en tus manos. No quiero que pienses que estoy a tus pies como devoto servidor de tu fe celestial, de tu paraíso de sueños. No quiero conquistar una y mil veces el desliz preciso de tu mueca al sonreír con el calor de mis labios. No quiero decirte que pueden cientos de estrellas iluminar la noche, y que ninguna se asemeja al brillo de tus ojos cuando decís “te amo”. Yo tengo algo que decir, no te quiero a mi lado. No pretendo escuchar de tu boca las locuras en que tu dulzura te ha involucrado, mucho menos saber donde te ha llevado tu sensualidad infinita. No quiero sentirme solo cuando respiro. No pienso dedicar cada lágrima que me queda al memorial de tu recuerdo. No mi amor, no te estoy esperando. ¿Y donde estoy entonces? En ningún lado pero en todas partes. Yo tengo algo que decir, no te estoy esperando, porque se que no vas a volver. Pero inevitable es el hecho de que aun te amo, y con la misma fuerza, como si nada hubiese pasado. Entonces no pienso dedicar el resto de mi vida a este sentimiento que destroza mis días. Así siento que sucede día a día, con tanta fuerza que todo se vuelve negro…    

Palabras para el cuchillo

Estas en mi mano derecha cortando a raso tajante pedazo a pedazo el combustible de esta máquina que revoluciona hasta la misma naturaleza, de este llamado “ser humano”. A principios te mostraste también fiel a quien supo empuñarte en defensa de la libertad, o seguramente ensuciando tú blanda imagen penetrando el pecho de cientos de inocentes, de menos a más tal vez, pero siempre fiel. Creciste en el tiempo junto a tu creador, tu dios, y evolucionaste con el. De dura piedra, áspera madera, al temor de oxidar tu única hoja, al delirio de saberte inoxidable y de filo eterno. Un arma, o mas simple, un cubierto, una herramienta. Así debería de conocerte el mundo y nada más, en mi mano derecha (o izquierda según corresponda) cortando a raso tajante pedazo a pedazo el combustible de este llamado “ser humano”…