jueves, 7 de marzo de 2013

El coleccionista de sonrisas

Resplandeciendo el va, surcando el verde de la pradera. Brillante e incesable, tan magnifico y tan parte tuyo, madre existencia, tan hijo de tu seno eterno. Allí va sumido a su calma tanto como a su templanza, sumido a su ser. Viaja atravesando tiempos y distancias, mas sin equipaje, sin cargas. Resplandeciendo el va, surcando mares, montañas, lagos o el verde de la pradera. Saltando de sonrisa en sonrisa, deleitándose, jugando a comprender el significado de la vida y tal vez; tal vez este cerca. El vive de su esplendor iluminado por cada chispa que nace de alguna risa. Nace una y otra vez cuando un beso atraviesa la barrera del deseo y desembarca apasionado y prisionero de aquellos labios que hacen creer que todo es posible. Respira su alegría incansable, insaciable. El cree con la firmeza y la fuerza suficiente como para ejercer el propio balance entre bien y mal, el solo, pero por todo el mundo. Y si cree, es por que existen ellas, sus musas. Haría lo que fuera por protegerlas, dejaría extinguir su propia luz si acaso fuera necesario para mantenerlas a salvo. Y da todo por verlas nacer, crecer. Por verlas soñar, a todas por igual, todas son importantes y tan parte tuya, madre existencia, tan hijas de tu seno eterno. Allí va, resplandeciendo el va, saltando de sonrisa a sonrisa, coleccionándolas, adorándolas. Allí va y, ¿cual sera su nombre?...su nombre es bondad. 

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