¿Dónde esta la llama que arde
eternamente?; y en que lugar se encuentra su verdugo. ¿Dónde yacen los sueños
dorados, con sus alas irrompibles, volando a cuestas en busca de su único
destino?, donde descansan cuando despiertan. Quizá todo sea parte de una sola
frase destinada a ser ficticia, destinada a ser silencio. Y las hadas con sus
cuentos, las promesas, las miradas lazando amores de aquí y de allá se enredan
en un desconsuelo miserable, desintegrando su fe. Que será entonces de los
soñadores, de los poetas. De los enamorados. De los corazones. Todos pendiendo del
mismo hilo aferrado al extremo más firme de la esperanza, balanceando su suerte
en una fuga de emociones y sentimientos. ¿Y donde están los culpables del
sentir?, donde su culpa insensata. Las sonrisas, las caricias, los besos que
arremeten con tanta fuerza a los seres que los encierran en un universo
escondido, al acecho solamente de quien quiera verlo. Quien quiera sentirlo. ¿Dónde
esta el amor perdido?, donde su final feliz. ¿Es tan difícil dejarse llevar por el
instinto?, dejar que guíe cada paso con su delirio, con su razón. ¿Cuan
equivocado puede estar si late profundo en el interior, si se siente tan cálido,
tan seguro? ¿Cuál puede ser su error?, cual su enseñanza.
¿Dónde esta la llama que arde
eternamente?, que no falte a su esencia e incendie cada sensación y la vuelva
infinita. Si tan solo dejáramos atrás el miedo, las dudas. Las heridas y
errores del pasado no podrán alcanzarnos sino se los permitimos. Es cuestión de
dejarse llevar por las alas irrompibles, volando a cuestas en busca de la
felicidad. Tan real, tan segura e infinita. Entonces no existirán verdugos, ni
silencios. No habrá despertar abruto del sueño y las hadas contaran sus cuentos
de promesas y miradas. De soñadores, de poetas, de enamorados. Solo se debe
asimilar la razón con el alma y dar rienda suelta al corazón…
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