viernes, 3 de mayo de 2013

Un año más



Todos los años dándole un principio a la cuenta de respiros que dimos, llega sin más un día que parece no asemejarse a todos los demás. No es importante quizá para muchos, pero es el comienzo de una nueva historia, de una nueva vida para otros. Un momento de algarabía en donde se celebra el nacimiento de otro ser, su bienvenida al mundo. Se reúnen así los seres queridos en señal de celebración, todos presentes disfrutando junto al agasajado su “feliz cumpleaños”. Feliz, que palabra con tanta fuerza. Feliz.
Un día solamente queda y no parece nada especial lo que viene. La cuenta de respiros seguirá sumando unos cientos más, el día parece no asemejarse a otros. La celebración esta dispuesta y los seres junto al agasajado, todo parece estar listo. Todo parece ser normal. Y la lluvia que refleja lo que pasa por dentro, un sin fin de lágrimas brotando sin cesar. No hay nada que festejar, no hay feliz cumpleaños, no esta vez. Pesa en el alma como una inmensa roca postrada sobre los hombros el tener un año más. Si supieran la desesperación que causa ver todas sus manos queriendo estrechar la mía, queriendo evitar mi caída. Si supieran que no quiero levantarme. Que el fondo ya fue tocado por mi alma y desecha en pedazos se encuentra ahora, siendo parte de la nada. Si vieran la tristeza con mis ojos se darían cuenta cuan profundo es su surco hiriente. Nada calma esta locura, nada me devuelve las ganas. Y aun siguen pensando que solo es por ella.
Los errores condenaron a la emoción a una ceguera de amor, la apartaron de todo cariño y ahí se fue, no quiso saber más nada. Quien pudiera culparla, quien no hubiera actuado igual. Los errores condenaron la emoción es verdad, y la condena fue de por vida. Se apago el poeta, se murió el incasable guerrero que todo lo daba por sus creencias, por su fe. Por lo que quería con cada una de las fuerzas de su corazón. Se acabo el cuentista que relataba las andanzas de un valiente enamorado, capaz de cruzar infiernos o cielos, capaz de discutir con el mismísimo dios y tener la razón con tal de verte sonreír, de poder amarte hasta el fin. Se acabo mi ser, murió ese día junto a el nosotros. Fui mi propio judas, las mentiras que dije, las promesas que rompí, los momentos que no te dí, todo en lo que falle fue parte de la traición que fui gestando para mi propio ser. Con tan poca valentía que también te lastime. Y a pesar del tiempo o del perdón, es algo que jamás dejare de doler. ¿Como pude ser tan cobarde y dejar a mis demonios ganar, sobre lo mas sincero y perfecto que sentí en todo mi vida?, como pude fallarle a nuestro amor.  
Todos los años dándole un principio a la cuenta de suspiros que me quedan, llega sin más un día que es igual a todos los demás. Donde las lágrimas siguen ardiendo y el dolor se hace presente. Hoy no tengo nada pare festejar, y pese a quien le pese, esta es la verdad. No es un día importante, no queda felicidad. Hoy solo tengo un deseo, un anhelo. Poder olvidar. Y sin embargo cuando sople las velas solo habrá silencio, puesto que pedir imposibles ya no es mi juego. Ya no creo en milagros, no en destinos. Solo creo en esta tristeza que hoy me queda. Y espero que entiendan, dejando así de pensar que solo es por ella, y no también, por mi.         

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