Todos los años dándole un
principio a la cuenta de respiros que dimos, llega sin más un día que parece no
asemejarse a todos los demás. No es importante quizá para muchos, pero es el
comienzo de una nueva historia, de una nueva vida para otros. Un momento de
algarabía en donde se celebra el nacimiento de otro ser, su bienvenida al
mundo. Se reúnen así los seres queridos en señal de celebración, todos
presentes disfrutando junto al agasajado su “feliz cumpleaños”. Feliz, que
palabra con tanta fuerza. Feliz.
Un día solamente queda y no
parece nada especial lo que viene. La cuenta de respiros seguirá sumando unos
cientos más, el día parece no asemejarse a otros. La celebración esta dispuesta
y los seres junto al agasajado, todo parece estar listo. Todo parece ser
normal. Y la lluvia que refleja lo que pasa por dentro, un sin fin de lágrimas
brotando sin cesar. No hay nada que festejar, no hay feliz cumpleaños, no esta
vez. Pesa en el alma como una inmensa roca postrada sobre los hombros el tener
un año más. Si supieran la desesperación que causa ver todas sus manos
queriendo estrechar la mía, queriendo evitar mi caída. Si supieran que no
quiero levantarme. Que el fondo ya fue tocado por mi alma y desecha en pedazos
se encuentra ahora, siendo parte de la nada. Si vieran la tristeza con mis ojos
se darían cuenta cuan profundo es su surco hiriente. Nada calma esta locura,
nada me devuelve las ganas. Y aun siguen pensando que solo es por ella.
Los errores condenaron a la emoción
a una ceguera de amor, la apartaron de todo cariño y ahí se fue, no quiso saber
más nada. Quien pudiera culparla, quien no hubiera actuado igual. Los errores
condenaron la emoción es verdad, y la condena fue de por vida. Se apago el
poeta, se murió el incasable guerrero que todo lo daba por sus creencias, por
su fe. Por lo que quería con cada una de las fuerzas de su corazón. Se acabo el
cuentista que relataba las andanzas de un valiente enamorado, capaz de cruzar
infiernos o cielos, capaz de discutir con el mismísimo dios y tener la razón
con tal de verte sonreír, de poder amarte hasta el fin. Se acabo mi ser, murió
ese día junto a el nosotros. Fui mi propio judas, las mentiras que dije, las
promesas que rompí, los momentos que no te dí, todo en lo que falle fue parte
de la traición que fui gestando para mi propio ser. Con tan poca valentía que
también te lastime. Y a pesar del tiempo o del perdón, es algo que jamás dejare
de doler. ¿Como pude ser tan cobarde y dejar a mis demonios ganar, sobre lo mas
sincero y perfecto que sentí en todo mi vida?, como pude fallarle a nuestro
amor.
Todos los años dándole un
principio a la cuenta de suspiros que me quedan, llega sin más un día que es
igual a todos los demás. Donde las lágrimas siguen ardiendo y el dolor se hace
presente. Hoy no tengo nada pare festejar, y pese a quien le pese, esta es la
verdad. No es un día importante, no queda felicidad. Hoy solo tengo un deseo,
un anhelo. Poder olvidar. Y sin embargo cuando sople las velas solo habrá
silencio, puesto que pedir imposibles ya no es mi juego. Ya no creo en
milagros, no en destinos. Solo creo en esta tristeza que hoy me queda. Y espero
que entiendan, dejando así de pensar que solo es por ella, y no también, por
mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario