lunes, 29 de febrero de 2016

Reflejo

Una imagen, de más imágenes formando un rostro, con mas rostros de muecas rotas, de partes montadas en otras partes formando la imagen que se rompe en imágenes, en figuras un tanto confusas, un poco dolidas. ¿Quién te dijo, quien comento y quien comenta mis verdades, mis mentiras?, ¿Quién te dijo que sabias mas de mi que mi yo de mi verdad, de la verdad? Una mentira que te exige pensar y así te crees con el derecho de mencionar que es lo que esta bien, y que lo que esta completamente mal en una historia que no pidió de tus letras, en un cuento que siempre tubo narrador, y vos, vos solo fuiste un espectador. Casual, causal. Con menos atención que voluntad, con más desconcierto que acierto a la hora de opinar. Sin pensar, una y otra vez dijiste y diste tu palabra, tan incierta como un dolor incomprendido que tal vez tubo también de mi parte una comprensión poco sensata, una reflexión tardía e inadecuada, pero fue mía, así como siempre lo será. Su promesa de eterno recuerdo en mi memoria latirá, y rugirá de una manera que jamás podrá contener el poder que tu razón dispone, y, no será por capricho o falta de voluntad. Quizá al contrario, sea por exagerar esa intención, ese intento por entender lo esquivo de un sentimiento tan ajeno a tu sentir. Tan ajeno como palabra clave, tan distinto a tu verdad y he aquí el momento donde te pido, casi te ruego te pongas a pensar ¿estaré haciendo bien, o estaré imponiendo el mal? Un mal, claro esta, que es ajeno a mi veracidad. Mi tan clave como vos junto a pensar, a disentir de tus propios argumentos que despiertan la ceguera de tus oídos que no ven lo que mis palabras escuchan al decirse en voz alta, y aquí también quizá mi explicación es poco sensata, pero hay que hacer de cuenta que la voz que la narra esta dentro de una tormenta que dispone el alma, que cada frase y su sintaxis son parte de la historia que se aloja en un corazón formado por imágenes y rostros, por muecas y momentos hoy rotos, disueltos.
El reflejo ahora me ciega, soy yo el que no ve, el silencio se aleja, soy yo el que no escucha, el que escapa. ¿Quién pidió tu auxilio, tu dote de falso héroe?, quien te dio la fe necesaria para dejar de lado tu humildad y pensarte sabio en las cuestiones de otro, los dolores de otro. ¿Quién te dio la tinta necesaria para sobrescribir los versos de un poema que nunca fue tuyo?, de una poesía desgarrada por el intento incansable del poeta por rasgar hasta la esencia del sentimiento, exacto, el significado preciso de aquello que su corazón agitaba. ¿Quién te dio entrada a su alma, y con que descaro arruinaste su confianza? Una bronca que se espalda en un querer, y que por eso no estalla, por eso se calla y se guarda en al arcón de aquel corazón con mas sumas que restas, con mas vacío que tesoro. Se parte en imágenes un rostro que no levanta la mirada, que elude un enfrentamiento de vano sentido, una pelea acabada hace tanto tiempo como el olvido, mejor dicho, como su intento fallido. Evade su imagen ahora partida en el reflejo, despedazada como la cruz representante de la carga, mi carga, yaciente sobre la espalda que truena, y aqueja el desconsuelo de querer evitar el peso en cada paso, y de no poder. De pretender ganarle al recuerdo, a la memoria. De tratar de alejarse de un todo inexorable que jamás podrá formar parte del nunca, tanto así como tu verdad no será parte de la mía. Una mirada irritada a través de los intentos tan vanos que nunca comprenderán lo insensato de este sentimiento que revienta en una explosión tal que rompe a pedazos la cabeza envuelta en giros, en pensares aturdidos por las imágenes, los momentos, los recuerdos. Por las partes separadas de un todo que nunca llego a ser del todo, que murió antes de nacer. Todo visto desde hoy, puesto que el ayer brillaba tan fuerte como la sonrisa de Inti, con su calor, su color. Su luz perpetua e inagotable. Hoy noche, hoy sombras. Sombras que ironizan e iluminan una parte de la mente más sensata, que ahora comprende los errores antes inconcebibles. Traen claridad sobre las mentiras de otros momentos, ajenos al presente. Presente como palabra clave.
Una imagen, con cientos de imágenes dentro configurando un ser hecho de miles de otras imágenes, de momentos que corren junto al tiempo grabándose u olvidándose de otros momentos, de otros cientos de imágenes que formaron un pasado ya vivido, ya pisado. Y aun se ve tu tinta tachando al poema. ¿Por qué no se cansa tu inútil empeño por concebir la razón sobre mi sentimiento?, porque no te cansas y te alejas como la nada, o junto al todo y tendrás mis gracias. La mirada derecha, los ojos caídos, pero firmes en retazos de un espejo y su reflejo ambiguo, confuso. Y las palabras en voz alta buscan culpable, serás vos o el destino. ¿Seré yo?, o quizá sea este camino. ¿Cómo enfrentarme a la derrota, como defenderla si yo fui testigo?, como, me digo, y lo que busco es un porque. Otra mentira cual respuesta se esconde en otra pregunta que se hace dentro del corazón, y en cada uno de sus fragmentos brilla su reflejo. ¿Hasta cuando?, hasta siempre…
Besando aquel suelo, parte irrefutable de lo que una vez fue aquel cielo, recojo entonces los trozos del espejo, o tal vez también de mi alma y con paciencia infundada por aquellos momentos, pasados y presentes vividos dispongo el armado de aquella imagen, que es mi rostro, de muecas rotas y otras un tanto incompletas, entonces me digo: “aun sigo, aun respiro”…

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