jueves, 22 de noviembre de 2012

Silencio

Silencio. Espeso tal muro dividiendo la razón del alma, tal sentimiento trunco a causa de un pensamiento. Silencio que toma forma y se adapta. Se vuelve uno con esta habitación, o con aquel paisaje repleto de aire y de verdes, que mezcla naturaleza y urbanidad, se vuelve todo por donde camino, por donde respiro. Un silencio y su matiz, la absoluta obscuridad, la raíz que da vida al negro y su imagen de soledad, de maldad. Y  se asustan las palabras y se marchan, no quieren ser, no pueden ver luz donde no la hay y desesperadas la buscan, la sueñan, la anhelan pero no, no existe. Y lloran, sufren. Las extraña esa boca y recuerda su zumbar entre sus labios, su pesar en este mundo, su expresión única, su descripción exacta del sentimiento, la belleza de su mensaje. La libertad de sus frases, esa descarga de emoción que deja dar otra bocanada de aire al atormentado ser. ¿Donde quedo la musa que inspiraba al poeta en mí?, ¿quien fue el culpable de asesinar mi ternura, mi sensibilidad?. Todo consumido por el dolor, absorbido por la profundidad de esta tristeza que se apodera del alma, que la tortura y la manipula, la convierte en su discípulo. Silencio firme, inquebrantable. Eterno tal vez como la existencia, como la muerte. Y quien sabe, quizá sea la misma muerte. Pero nada importa porque otro día despierta, se abre el telón y el público espera otra actuación más. Otra vez un papel incoherente con lo que pasa, otra vez la realidad no es mas que una ficción. Una gran mentira, mi mayor mentira. Y mejor sera que nadie lo sepa, que terrible sería si alguien pudiera entender. Si alguna persona me viera como realmente soy ahora, si alguien escuchara prestando atención. Si alguien pudiera vestirse con mi piel tan solo un segundo y saber, y comprender de una buena vez. Mejor sera que nadie lo sepa, que nunca lo sepan. Silencio. La razón que destierra mi alma y mata lentamente al sentimiento...

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