Mi pequeño cordero sabe, pero
calla, mi pequeño cordero nunca dice. Eso yo lo se, por eso lo puedo decir. El
sabe los secretos que no sabe mi almohada, el guarda los recuerdos que aleja mi
mente. Mi pequeño cordero es valiente y no teme, siempre escucha sin importar
lo que le cuente. Pero el calla, eso yo lo se, el nunca dice lo que sabe, ni
mentiras ni verdades, el nunca dice, eso lo se yo. Le digo tal vez, lo que me
espera detrás de la ventana, como quisiera poder volar hacia lo profundo del cielo
y perderme en la inmensidad, ser absorbida por lo desconocido. El sabe lo que
pido cuando mis lágrimas caen, cuando solo quedan mis suspiros. Mi pequeño
cordero me abraza cuando desespero, cuando el miedo abarca más que mis sueños. Le
cuento las marcas que habitan mi piel, 1, 2, 10. 12, 13 y me pierdo, el frió
abraza mi cuerpo. Y acaricia el cordero mi mejilla, la marca mas precisa, no debí
defenderme le digo y el abraza mi cuerpo. El sabe los secretos por los que mis
lágrimas caen, porque solo quedan suspiros. Respiros diminutos, absorbidos por
el miedo que acecha hasta mis sueños. Le pregunto, a mi pequeño cordero, cada
noche el porque, pero el nunca dice, eso yo lo se. Y cierro los ojos para no
ver el cielo, esperanza que opaca mis miedos, que desespera mis deseos. Cierro
los ojos y veo, la pesadilla no tiene sueño, en aquel palacio solo habita el
miedo. La princesa corre, de torre a torre, escapa del acecho del dragón, que
sin corazón ni descanso la persigue con sus garras. Ella corre con fuerzas pero
el escape nunca llega, no hay ventanas ni puertas. No hay príncipes, ni azules.
No hay héroes entre la gente. La princesa llora su desconsuelo entre las garras
que la abrazan y la marcan, 1,2, 10. 12, 13 y pierde la cuenta. Consumida en el
fuego del dragón solo le quedan sus suspiros, respiros cada vez más diminutos
que son parte de su miedo. Y de un golpe despierto, los ojos bien abiertos, los
gritos creciendo. El dragón ahora es real y tapa mi boca queriéndome callar. Con
fuerza me agarra, y yo me retuerzo, no debo defenderme me digo y el monstruo
abraza mi cuerpo. Mi pequeño cordero a mi lado todo lo ve, todo lo sabe. Y
sobre el mis lágrimas caen, su piel de hilo empieza a guardar los recuerdos que
mi mente aleja. El dragón me golpea, debo haberlo ofendido, y por eso me marca,
para que no caiga en el olvido. El dragón es el que ahora grita, escupiendo
fuego, y yo desde el suelo pienso que vuelo a través de la ventana, a través
del cielo. Finalmente se va, con el se van mis deseos. Ahora solos con mi
pequeño cordero contamos las marcas, 14, 15,16 y me pierdo. Pero mi pequeño
cordero sabe porque mueren mis suspiros, porque caen mis lágrimas, porque ansío
lo desconocido. El sabe lo que pido, pero sin importar lo que le cuente el
calla y yo, yo nunca olvido. Mi pequeño cordero sabe, eso yo lo se, pero nunca dice lo secretos que
guarda mi mente…
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